Por Israel Reyes
Qué momento histórico estamos viviendo. En un país donde nos enseñaron que no estaría preparado (como si fuera necesaria cierta preparación) para que una mujer los gobernara. Donde el machismo en todos los sentidos sigue ahí, callado pero presente. En una nación donde las problemáticas son más complejas. Dónde a pesar de todo se respira un aire distinto. No lo olvidemos: nada es más perjudicial para una nueva verdad que un viejo error.
Claudia Sheinbaum ha hecho historia al convertirse en la primera mujer presidenta de México, la política más votada en la historia del país. Con la confianza de casi 36 millones de votantes, ahora tiene la tarea de liderar a más de 130 millones de mexicanos. Tras seis años de la administración de Andrés Manuel López Obrador y 64 hombres en la presidencia antes que ella, el momento de Sheinbaum ha llegado. En una ceremonia solemne en el Palacio Legislativo de San Lázaro, asumió el cargo, y más tarde encabezó un acto masivo en el Zócalo de la Ciudad de México, donde presentó su plan de gobierno ante una multitud emocionada que acudió para escucharla y ver la entrega del bastón de mando, un símbolo del inicio de una nueva era. “Me comprometo a seguir haciendo historia”, afirmó Sheinbaum, marcando el comienzo de su gobierno vestida de marfil y con tacones.
Una de las novedades que más destacó en su discurso fue el enfoque de género, con la promesa de crear la Secretaría de las Mujeres, reducir la brecha salarial y combatir la violencia de género. También se comprometió a fortalecer el acceso a la salud reproductiva y lanzar un sistema de pensiones para mujeres entre 60 y 64 años. Aunque no mencionó directamente el feminismo, sus propuestas apuntan claramente a mejorar las condiciones de las mujeres en México.
Entre los puntos más aplaudidos estuvieron los relacionados con los programas sociales y las condiciones laborales. Sheinbaum aseguró que mantendrá el aumento del salario mínimo, evitará que suban los precios del gas, la gasolina y la electricidad por encima de la inflación, y promoverá una jornada laboral de 40 horas semanales. En temas de salud, planea abrir farmacias del bienestar, mejorar la atención a los adultos mayores y fortalecer el sistema IMSS-Bienestar.
Sheinbaum también habló sobre sus planes para impulsar la ciencia y la tecnología, anunciando proyectos como la producción de autos eléctricos en México, el lanzamiento de un satélite espacial y el desarrollo de la industria del litio. Su visión es clara: hacer de México una potencia científica. Sin embargo, persiste la duda de si las finanzas públicas podrán soportar sus ambiciosos planes. Ella aseguró que habrá disciplina fiscal y que buscará profundizar la integración económica con Estados Unidos, todo mientras se aleja del modelo neoliberal.
Morena, el partido político más influyente en México, tiene una nueva líder que promete ser la jefa de Estado más poderosa de las últimas tres décadas, con una mayoría sólida en el Congreso y aliados en 24 gubernaturas. “No les voy a fallar”, aseguró Sheinbaum, dirigiéndose a sus seguidores en el corazón de la capital. La concentración de poder que ahora tiene ha generado tanto esperanzas como temores, mientras el país observa los primeros pasos de una nueva etapa.