Por Israel Reyes
Las encuestas son una herramienta valiosa en política para conocer la opinión pública y tomar decisiones informadas. Sin embargo, debemos ser cautelosos al interpretar los resultados y cuestionar las metodologías utilizadas. Recientemente, algunas encuestas han demostrado ser inexactas y poco confiables, lo que puede tener consecuencias graves en la toma de decisiones políticas.
El uso de encuestas para medir la opinión pública se remonta a la década de 1820 en los Estados Unidos, cuando el periódico The Harrisburg Pennsylvanian realizó la primera encuesta política conocida. Sin embargo, fue durante la década de 1930 que las encuestas comenzaron a utilizarse ampliamente en todo el mundo para medir la opinión pública.
Las encuestas modernas se benefician del desarrollo de la tecnología, incluyendo métodos avanzados de muestreo y técnicas estadísticas, lo que las hace más precisas y confiables que nunca. Sin embargo, también hay preocupaciones sobre la exactitud de las encuestas, especialmente en un mundo donde la gente se está volviendo cada vez más desconfiada en cuanto a la privacidad y seguridad de sus datos personales.
Un ejemplo de esto es la encuesta realizada por Consulta Mitofsky en las elecciones presidenciales de 2018 en México. La encuesta pronosticó una victoria para el candidato Ricardo Anaya, mientras que el ganador fue en realidad Andrés Manuel López Obrador. Esto no solo cuestiona la credibilidad de la encuesta, sino que también puede afectar la percepción pública y la confianza en las instituciones políticas.
Otro problema común con las encuestas es la selección de la muestra. Si la selección no es representativa de la población general, los resultados pueden estar sesgados. Además, la forma en que se hacen las preguntas y la redacción de las respuestas pueden influir en los resultados. Algunas veces, incluso la forma en que se presentan los resultados pueden tener influencia en la percepción de los lectores o usuarios.
También debemos prestar atención a los sesgos implícitos en las encuestas. Algunos grupos pueden estar subrepresentados o ignorados, o las preguntas pueden favorecer a cierto candidato o partido político. Estos problemas pueden afectar los resultados finales y la toma de decisiones políticas.
Por lo tanto, es fundamental tener en cuenta los aspectos metodológicos y de selección de muestra antes de tomar las encuestas como la única fuente de información. Está en nuestras manos analizar críticamente la información que se nos presenta y tener precaución al interpretar sus resultados. La información en sí misma puede contener subjetividades que pueden influir directamente en nuestra toma de decisiones.
No podemos confiar ciegamente en las encuestas como la única fuente de información. Debemos ser críticos y cautelosos al interpretar los resultados. Solo así podremos tomar decisiones informadas que beneficien a la sociedad en general, como un deber ser democrático. Un ejercicio recurrente en el día a día es que, en la cotidianidad genero preguntas a conocidos y desconocidos con los datos de las encuestas que me resultaron relevantes. Ese pequeño pulso, en muchas ocasiones, resulta de gran ayuda para determinar el criterio propio de las cuestiones públicas.