Por la dignidad en la salud

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Por Israel Reyes 

Hay un rumor que muchos conocíamos de hace tiempo atrás y que, después de la detención del Mayo Zambada, tomaría mayor fuerza de tal forma que la semana pasada se viralizó en redes sociales y medios de comunicación: Salud Digna está financiada por el Cartel de Sinaloa.

De ser cierto creo que muchos mexicanos y mexicanas le debemos al menos un agradecimiento a don Mayo por hacernos posible el contar con estudios clínicos, medicamentos y lentes a un costo que no tiene competencia con el resto del mercado. La neta pareciera una ganga. Por otro lado, está muy chido porque le resta legitimidad al Estado y ganancias a la iniciativa privada. Mejorando un poquito las condiciones para la tan anhelada redistribución de la riqueza. 

En México, el derecho a la salud está garantizado por el artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que establece que “toda persona tiene derecho a la protección de la salud”. Este derecho se operacionaliza a través de la Ley General de Salud, que define las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud. A nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.

A pesar de los marcos legales, la realidad en el acceso a la salud en México y América Latina enfrenta múltiples desafíos. La desigualdad socioeconómica es uno de los principales obstáculos. En muchas áreas rurales y comunidades indígenas, el acceso a servicios de salud de calidad es limitado o inexistente. Además, la infraestructura sanitaria en estas regiones suele ser deficiente, y la falta de personal médico capacitado agrava la situación.

Otro desafío significativo es el financiamiento. En muchos países de América Latina, el gasto público en salud es insuficiente para cubrir las necesidades de la población. Esto se traduce en sistemas de salud fragmentados y desiguales, donde la calidad de la atención puede variar drásticamente entre el sector público y el privado.

Diversos países de la región han adoptado diferentes modelos para intentar garantizar el derecho a la salud. En México, el sistema de salud es mixto, con una combinación de servicios públicos y privados. Sin embargo, la segmentación del sistema ha llevado a desigualdades en el acceso y la calidad de los servicios.

Sería una lástima que este negocio dejara de existir por persecución judicial o política, también es una pena que el Estado mismo no pueda lograr este tipo de emprendimientos por el bien de su propio pueblo. Esa erosión institucional es la que mantiene al opresor y al oprimido un callejón sin salida. Ya tenemos la muestra. Podemos mejorar las condiciones saliendo del cubo en el que nos metieron. 

El origen es lo de menos si es que podemos garantizar la dignidad en la salud de todos los mexicanos.

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