Política y pensamiento

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La polarización política-partidista, lo digo con esa limitación ya que no la encuentro relevante fuera de ese espectro, cada vez se intensifica más. Cada partido tiene su disidencia momentánea o perenne y si no la tiene es porque se ha terminado de consolidar como un corporativo más al servicio del poder en turno para respaldar y favorecer agendas ajenas para el beneficio de algunos cuantos, claro, todo eso a cargo del erario. 
Son naturales las discrepancias y divergencias en los colectivos, también las aspiraciones y conveniencias, pero es precisamente del ejercicio político lograr unificar los criterios para conseguir la fuerza electoral ante las adversidades y adversarios que han de presentarse en este tablero llamado política electoral. En la política genérica se deben tener ideas, predicar con ellas mediante la praxis, saber defenderlas, aceptar y aprender de las ajenas, confrontarlas con la realidad, ampliarlas y hacerlas visibles, predicarlas. Jesús Reyes Heroles decía que en nuestra historia tenemos, por igual, hombres que vieron convertirse en leyes o realidades las ideas por las que lucharon y hombres que, sucumbiendo por ellas, no alcanzaron a verlas imperar. El ideal reyesheroliano hablaba de este oxímoron entre iglesia-Estado como un “sacerdote laico: le toca manejar almas, manejar intereses, manejar ideas y además saber que en política nunca o casi nunca la línea recta es la más cercana entre dos puntos, que a veces hay que ir en zig-zag, que a veces hay que ir por recovecos, que a veces hay que ir dando vueltas.
El político e historiador español Cánovas del Castillo llegó a decir que el político se mueve entre dos extremos: entre el extremo de aquel a quien le dijeron que sus ideas chocaban con la realidad y contestó: pues peor para la realidad, y en el extremo de aquel que dice: en política lo que no es posible es falso; entre estos dos extremos se desarrolla la actividad política. Para lo anterior es relevante el término libertad, esa capacidad humana de actuar por voluntad propia la cual nos brinda dignidad siendo igualmente proporcionales. No por eso deja de ser una responsabilidad, una disciplina, pero sin ella las ideologías se vuelven dogmas y la ciencia en sectas. Sin libertad hasta el derecho de equivocarse se pierde y la supuesta inefabilidad se impone, la vida misma es inconcebible sin la libertad, pues únicamente vive lo que es libre, para acabar pronto.
Es importante mantener esa esgrima y dialéctica constantemente, sobre todo en estos tiempos, en los que la participación es fundamental, pero más relevante aún es la reflexión, el pensamiento. La antítesis, la tesis y la síntesis. En estos momentos, una oposición fuerte es sana para nuestra democracia, sin ella las alternativas son desalentadoras en donde los influencers y oligarcas se convertirían en esa falsa escapatoria de una hegemonía maltrecha.

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