¿No que no?

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Por Fernando Urbano 

Las palabras que salen de la boca del presidente, prácticamente son un dogma, nada de lo que él diga puede ponerse en duda dentro de la 4T; aunque eso implique en algunas ocasiones contradicciones entre las propias afirmaciones del titular del ejecutivo, y sin importar que las pruebas y los datos lo desmientan. La fórmula es simple, mentiras que se repiten mil veces, hasta que se vuelven verdades. 

Pero después del 2 de junio, todo ha pasado en la 4T, y las “afirmaciones” del presidente han sido desmentidas por los propios integrantes del lopezobradorismo y por él mismo. La primera gran mentira, y la más conocida, es que en su gobierno “no hay deuda”; afirmación que además fue un compromiso de campaña y que la narrativa de la austeridad no pudo contener. 

AMLO cerrará su Gobierno con una deuda de 16.08 billones, y así lo confirmó en una entrevista Altagracia Gómez Serrano, asesora económica de Claudia Sheinbaum; y además detalló que el presidente incrementó la deuda en 2.2 billones, “podemos estar de acuerdo o no pero de que lo estamos asumiendo como mexicanos, lo estamos asumiendo”.

Y si eso no fuera poco, el presidente ya contrató más deuda. El día 3 de junio, exactamente un día después de las elecciones y haber asegurado la victoria para su candidata, el Banco Mundial aprobó un financiamiento al Gobierno de México de  mil millones de dólares; que representa el mayor endeudamiento desde 2021, cuando el gobierno solicitó un monto de mil 727 millones de dólares y es el tercero más alto solicitado por López Obrador, considerando el del año 2020, en el que solicitó mil 230 millones de dólares.

Otra afirmación que resultó ser mentira, fue la que exhibió el titular de la Secretaría de Hacienda de su propio gobierno, quién hace unos días confirmó que PEMEX tiene una deuda insostenible de 101 mil 499 millones de dólares y que el actual gobierno le ha destinado recursos extraordinarios para “amortiguar” sus finanzas. El “no se puede tapar el sol con un dedo, su reestructura tomará años”, de Ramírez de la O, echó para abajo la continua verborrea presidencial de todo el sexenio, de que la paraestatal es financieramente sostenible, que ha reducido su deuda y no se ha endeudado en el sexenio. 

Y la mejor mentira desmentida de los últimos días, es la que hizo el propio presidente, que no hace mucho aseguraba “No acepto ningún cargo hacia adelante, ni nacional ni en el extranjero. No voy a participar en ningún evento y no volveré a opinar sobre cuestiones políticas. No voy a tener comunicación con redes, voy a cancelar mi Twitter y mi Facebook, no voy a recibir a nadie que me planteé algo vinculado a política, se lo he dicho hasta a mis hijos, es un tema vedado. Yo ya estoy chocheando”; resultó que siempre no. 

La promesa de que cuando deje la presidencia de México guardaría silencio perpetuo y ese sería su retiro político y de la vida pública, resultó ser una totalmente falsa, pues López ya dejó en claro que estará dispuesto a atender el llamado de “su presidenta”, siempre y cuando pueda hacer uso de su derecho a disentir o criticar lo que no le agrade. Dejando entrever que no está para nada dispuesto a dejar el poder y mucho menos a que la futura presidenta tenga la autonomía que también alguna vez él prometió, y aunque dijo que la dejaría gobernar, en menos de 48 horas cambió su discurso y dijo que siempre no se irá a “La Chingada”.

Que de igual manera no dudo sea una reacción del ego del presidente que no debe estar para nada contento, que su pupila, la que ha mantenido hasta el día de hoy sometida a su yugo, se haya alzado como titular del ejecutivo con un total de 6.6 puntos porcentuales superior al que él obtuvo.

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