Por Israel Reyes
¿Cuándo fue la última vez que alguna comisión de derechos humanos haya hecho algo por ti? No es necesario que respondas, al resto nos pasa lo mismo. Y no, no es un texto para invitarles a despreciar a las instituciones, ni mucho menos para mandarlas al diablo; simplemente es una crítica del porqué no cuenta con sólidos cimientos como para ser defendida por el pueblo. Porque no hay pueblo en la CNDH, ni en la gran mayoría de las CEDH, hay compadrazgos, intereses y lealtades disfrazadas de buenas intenciones.
No se necesita a una persona con exceso de rigor ni que sea de oposición al ejecutivo para que la fórmula surta efecto positivo, con que cuente con legitimidad está del otro lado. Aquí les cuento algo de lo ocurrido la semana pasada.
La designación de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en 2019 generó grandes expectativas y también mucha polémica. Como hija de la coahuilense Rosario Ibarra de Piedra, emblemática luchadora por los derechos humanos en México y fundadora de la organización ¡Eureka!, Piedra Ibarra simbolizaba el compromiso de años de lucha por justicia y la defensa de los derechos humanos. Sin embargo, su gestión en la CNDH ha sido criticada por algunos sectores, que cuestionan su papel, su autonomía y su respuesta ante diversas situaciones de crisis de derechos humanos en el país.
Uno de los principales puntos de controversia desde que asumió el cargo ha sido su cercanía con Morena, el partido en el poder. Al llegar a la CNDH, Piedra Ibarra declaró su “independencia” de cualquier filiación partidaria, pero el vínculo con Morena ha sido difícil de ignorar. Antes de asumir el puesto, Piedra Ibarra fue candidata a diputada por ese partido, y su elección en el Senado estuvo marcada por señalamientos de irregularidades. Las acusaciones de falta de independencia política se han convertido en un obstáculo constante que afecta la percepción pública sobre su desempeño y la legitimidad de sus acciones. Esta percepción de parcialidad ha llevado a que varios sectores, incluidos los partidos de oposición y algunas organizaciones de derechos humanos, cuestionen su verdadera autonomía al frente de la CNDH.
La situación de los derechos humanos en México ha sido crítica en los últimos años, especialmente ante problemas como la violencia de género, la migración, la violencia contra periodistas y el uso excesivo de la fuerza. Sin embargo, el desempeño de la CNDH bajo la dirección de Piedra Ibarra ha sido calificado por muchos como insuficiente y tardío. Uno de los casos más discutidos fue la polémica generada por la visita de la presidenta a la Fiscalía General de la República en busca de una “reconciliación” entre las autoridades y las víctimas, una medida que fue vista como un gesto de complicidad, en lugar de una defensa activa de los derechos de los afectados. Este tipo de acciones ha contribuido a que una parte importante de la sociedad perciba a la CNDH como un órgano más cercano al gobierno que al ciudadano.
Hoy Rosario repetirá su cargo 5 años más. Tal parece que no les importa arreglar los errores de su pasado, sino de continuar con esas lealtades que solo pueden garantizar los lazos familiares. Más de lo mismo.