Por Fernando Urbano
Mentir ha sido el deporte predilecto de los políticos morenistas en este sexenio, y su principal exponente es sin duda alguna su alteza serenísima, don Andrés Manuel López Obrador. Durante estos seis años, el presidente ha hecho afirmaciones que no corresponden con la realidad y mucho menos con los datos y estadísticas, incluso de su propio gobierno. Y su último informe no fue la excepción, pues estuvo plagado de demagogia, datos falsos y afirmaciones engañosas.
En este último informe fue retomada la promesa más añeja y repetida durante estos seis años, que México tendría un sistema de salud como el de Dinamarca. El presidente se atrevió a afirmar que gracias al IMSS-Bienestar, México cuenta con un sistema de salud mejor que el prometido, “este sistema de salud pública ya es el más eficaz en el mundo, dije que iba a ser el mejor, que iba a ser como en Dinamarca, no, no va a ser como en Dinamarca, es mejor que en Dinamarca”.
Esto es una falsedad genuina, y no es necesario señalar cifras para entender la realidad, basta con buscar en cualquier red social información de los centros de salud para observar la desafortunada realidad y confirmar que, como en muchos otros temas, López le ha mentido y le miente a los mexicanos.
Y si la duda cabe en esta mentira, basta con preguntar a los usuarios para confirmar que la falta de medicamentos e insumos médicos, la disminución en las consultas en instituciones públicas de salud, la falta de vacunas, una crisis de infraestructura, insuficiencia de profesionales de la salud, y la muerte de niños y ancianos a causa de una larga lista de negligencias, son una realidad que no se puede maquillar con discursos y mucho menos con datos falsos.
La realidad es simple, el sistema de salud está colapsado. Aunque López insiste en hacernos creer que es funcional, pues entre sus afirmaciones falsas resalta también que en 23 estados el sistema de salud es universal y gratuito para personas sin seguridad social. Pero los datos de su propio gobierno, y dados a conocer por el CONEVAL, el número de personas sin acceso a servicios de salud pasó de 20.1 millones de personas en el año 2018 a más de 64 millones hasta antes del final del sexenio.
Y si bien es cierto, el sistema de salud en México arrastraba una serie de problemas añejos que se fueron incrementando con la alta demanda de usuarios, el actual gobierno es en forma importante responsable de su colapso financiero. El gobierno de López Obrador, destinó sólo 2.7% del PIB a la salud pública cuando la Organización Mundial de la Salud, recomienda que este porcentaje sea de al menos 6%; sin mencionar que este presupuesto se ha visto asediado por escandalosos desvíos de recursos que son protegidos por la opacidad y la falta de rendición de cuentas de la 4T.
Además, el bajo presupuesto en salud pública y el deficiente esquema de cobertura han generado que los usuarios tengan que subsanar, de sus propios recursos, los medicamentos, estudios, terapias, atención especializada e insumos que el sistema de salud no puede proveer.
La realidad es lejana y no coincidente con la falsa quimera que celebran los serviles y aplaudidores del oficialismo, y el viacrucis de los usuarios será peor cuando los organismos que pueden garantizar atención y servicios están a punto de desaparecer, al igual que los mecanismos legales que aún existen para el cumplimiento de la responsabilidad del estado en los temas de salud.