Por Néstor J. Hurtado Vera.
Definitivamente, la voz de las mujeres retumbó y fuerte en Coahuila y en México, y sin duda, dentro de las fechas importantes, el 8 de marzo se convierte cada vez más en una tradición, en donde las mujeres salen a las calles a exigir que se les garanticen sus derechos, asimismo en donde con total acierto, piden a los gobiernos reforzar la igualdad y erradicar entre la sociedad la cultura machista.
Personalmente, coincido con la mayoría de sus exigencias, ya que, en el entorno de un país con costumbres anticuadas y machistas, y en donde, por el simple hecho de ser mujer ganan salarialmente menos que un hombre, o en donde los feminicidios lamentablemente siguen al alza, creo que como país nos hace falta redoblar esfuerzos para cerrar la brecha en estas terribles estadísticas.
Si bien, en cuestión política, las autoridades obligan a los partidos políticos a asegurar la mitad de sus candidaturas a las mujeres, no siempre están en igualdad de condiciones por presiones indecentes, en donde la violencia política de género es un arma sucia que se utiliza prácticamente a diario.
Para nada es justo que muchos partidos utilicen a las mujeres a su conveniencia bajo una paridad obligada y ya estando en el cargo público las presionen o las obliguen a responder a intereses ajenos de las mujeres. Si bien reconozco un esfuerzo de las autoridades, creo que el camino aún es largo en cuestión de retos en favor de las garantías de sus derechos.
Tristemente en Coahuila y en México, 7 de cada 10 mujeres sufren algún tipo de violencia por parte de sus parejas, otro dato escalofriante es que, desde el arranque del sexenio, se han cometido casi 5 mil feminicidios y aberrantemente se han registrado más de 3 mil casos de desapariciones de mujeres y niñas desde al año 2015.
Muchos gobernantes, incluido el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador- que cuando era candidato apoyaba esta causa- ahora se molesta por estas marchas y acusa infiltración para generar disturbios. Me perdonarán, pero si en mi casa faltara una mujer, lo menos que pudiera hacer además de exigir su renuncia, sería generarle una manifestación equiparada al sentimiento del enojo de la mayoría de las mujeres en México.
Es urgente dejar de ser insensibles, es urgente dejar atrás la indiferencia y las politiquerías, ya que nuestro país tiene una deuda histórica con las mujeres, y hasta el momento, con honrosas excepciones, el gobierno funge meramente como espectador y con elevados índices de inoperancia y torpeza.
Por eso celebro, por ejemplo, el convenio 8 de 8, celebrado entre el Instituto Electoral de Coahuila y el Poder Judicial de Coahuila, en donde se verificará que los candidatos no hayan incurrido en actos u omisiones que violenten a una mujer, y en donde se vetarán a los hombres deudores de pensiones alimenticias.
Otro esfuerzo relevante lo dio a conocer el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información Pública, que la semana pasada firmó un convenio con la Secretaría de las Mujeres en el estado, para crear protocolos y mecanismos y con ellos implementar acciones destinadas a promover la igualdad y erradicar la violencia de género en las entidades públicas.
Reitero que falta mucho, pero es con pequeñas acciones es como se puede corregir el rumbo. ¡Que Dios bendiga a las mujeres!
