La muerte del sexenio

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Por Joselo de Velasco 

El ser humano transita por cuatro muertes diferentes y que salvo en accidentes se suscitan al mismo tiempo. Las más conocidas y fáciles de entender son la muerte biológica que acontece con la falla generalizada e irreversible de los órganos y la clínica, cuando se detiene el latido y la respiración. La muerte psicológica comprende la aceptación de la misma y en consecuencia una disposición a lo ineludible, ya sea por una enfermedad o por lo general una edad avanzada. La muerte social es la más dolorosa y que implica el verdadero sufrimiento, cuando el individuo es desplazado de las dinámicas sociales con las que solía interactuar, familiares, amistades y laborales. Puede ser porque resulta difícil visitarlos o comprender desde una vida acelerada a quien desacelera hacia su muerte. La muerte social no es del todo obligatoria, hay afortunados que terminan sus días sin alejarse de sus relaciones e interacciones habituales. 

Al ser construcciones humanas los sistemas políticos y sus gobiernos se predisponen a concluir de maneras similares. El gobierno de López Obrador ha comenzado con la muerte social mientras el presidente aún no acepta que, aun ganando la elección del 2024 su gobierno acabará y que cualquier relevo de su partido naturalmente daría muerte a la mayoría de sus proyectos y políticas por inviables, ineficientes, pero sobre todo por que llegarán a imprimir su estilo. 

Este distanciamiento de esta clase política se observa tan adelantado por dos motivos, la voracidad de los actores de la cuatroté por quedar mejor posicionados en las encuestas que definirán la candidatura presidencial y las consecuentes negociaciones que tendrá que hacer quien la gane con los demás aspirantes con relación al apoyo ciudadano y de estructuras electorales que demuestren tener. Por otro lado, el ansia presidencial que deviene del miedo a perder no la presidencia sino el Congreso y Senado, que le implicaría un juicio o al menos la revisión de sus cuentas públicas lo tiene mentalmente en la campaña del próximo año. 

No habrá ya más reformas trascendentales por parte del presidente ni anuncios de programas, obras o políticas dentro de un plan de gobierno, lo que haga el presidente seguirá como la mayoría de sus declaraciones y acciones enfocadas a campaña y a la simpatía del pueblo. El relevo en la Secretaría de Gobernación con Luisa María Alcalde no obedece a colocar un perfil capaz de llevar las cuestiones políticas del país, cabildear y resolverle problemas al presidente con la autoridad que Adán Augusto lo hizo. Es meramente un escaparate nacional para futuras candidaturas y un mensaje de apoyo a Claudia Sheinbaum referente a la capacidad de las mujeres en las altas esferas del gobierno.

La muerte psicológica del presidente será muy difícil de transitar para él, aún se ve pasando el gobierno, pero no el poder, que son dos cosas diferentes, más para un mandatario que ha ejercido el poder en todos los ámbitos que ha podido controlar sin tener el menor interés de gobernar y resolver los problemas y necesidades del país. Cuando llegue el momento de aceptarla veremos los peores desfiguros y tiros de fuego amigo.

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