Idealismo y realismo

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La división puede parecer como una manera particularmente buena de preservar la identidad de uno a lo largo del tiempo. Si pudiera dividirme, parecería que no solamente seguiría existiendo, sino que esto sería de manera doble. Pero, de hecho, la división destruye la identidad a través del tiempo, esto según Bernard Williams en La filosofía como disciplina humanística. Hace algunas semanas leí una columna escrita por la profesora y analista política Viridiana Ríos en donde les lanzaba un reto a los intelectuales Enrique Krauze, Jesús Silva-Herzog Márquez y Denisse Dresser citándolos a cada uno de ellos. En dichas menciones se hacía ver a un México polarizado, como un cáncer hermético de polarización extrema (parafraseando a las tres figuras antes mencionadas). La académica y columnista les responde con datos que esto no es así, como una atenta crítica para centrar el esfuerzo hacía las cosas que valieran la pena.
Algo relevante es que muestra el peso del lado centrista de nuestro país, dejando claro que ha tenido considerable crecimiento tanto la izquierda como la derecha y que aun así el centro sigue teniendo la mayor influencia al momento de definirnos ideológicamente. Estos datos fueron tomados de Latinobarómetro, un reconocido estudio internacional de opinión pública.
Viri menciona que, “el mexicano lleva años siendo centrista y su moderación no se ha perdido con Obrador. De hecho, desde 1997, ninguna visión extrema, ya sea de izquierda o de derecha, ha tenido más del 23% de las preferencias y no hay un solo año en el que el centro no haya sido mayoría. Somos un país donde los extremistas son y siempre han sido minoría.” Cosa que da, en cierta manera, un alivio para lo que le viene a nuestra democracia.
Ni aun en la virtud los extremos han sido buenos, es por eso que hasta ahora han llegado a ser pocos atractivos, de ahí parte la profesora en señalarlos como extremistas mediáticos, estos que le hacen la chamba tanto a un polo como al otro, ya que el centro, ese que prefiere el consenso no les es llamativo a la hora de sus publicaciones e intereses.
La broca no está en ese mito que llevan contándonos hace algunos años, sino en el silencio de las mayorías, como bien lo menciona la doctora. Tanto la comentocracia como el presidente siguen habidos por ganar favs, followers y haters, estos últimos son importantísimos ya que sin ellos sería confuso el espectro polarizador. Esto no se trata de llamar al centro o a cruzarse de brazos sino de darle la justa dimensión. Como decía Sartori, la política pura es tan irreal como la política idealista. Cualquier política es una mezcla entre idealismo y realismo.

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