¿Héroe o villano?

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Por Israel Reyes 

Ha pasado el tercer debate y seguimos igual que al principio, seguimos con la misma preferencia y la misma visión del México y las opciones que nos representarán durante los próximos años. La neta, la balanza no se ha movido casi nada.

Las fake news que llegan a nuestras tías solo las han hecho enfurecer más y los tíos se ponen a apostar por una persona que ni la topa dentro del espectro de sus propuestas de campaña. Alito Moreno, dirigente nacional del PRI, en la desesperación no del triunfo de Xóchitl, sino de hacerse ver como un héroe (que a estas alturas no sé con quién, ni sé con qué pretexto) y de paso ganar algo más para el lado legislativo, ha hecho que Movimiento Ciudadano le de más cuerda a casi el cierre de la elección presidencial. 

Es por eso que quiero escribir de esta figura tan extraña dentro del rubro político: el héroe. En el vasto mundo de la mitología y el folclore, los héroes y heroínas se alzan como figuras legendarias que encarnan lo mejor de los valores de sus culturas. Son como nosotros, pero con habilidades extraordinarias y una determinación inquebrantable para enfrentar los desafíos más difíciles. Su legado trasciende generaciones, sirviendo como modelos a seguir y fuentes de inspiración.

El término “héroe” tiene sus raíces en el latín y el griego antiguo, aplicado inicialmente por figuras como Píndaro y Platón para distinguir a aquellos que se elevaban por encima de lo ordinario. Los héroes no eran dioses, pero tampoco simples mortales; eran seres especiales, dotados de una fuerza y un coraje que los destacaba entre los demás.

En la literatura y el cine, el héroe es el personaje central cuyas acciones nos mantienen en vilo. Desde los clásicos de la epopeya hasta los modernos superhéroes de cómic, el héroe ha evolucionado, reflejando los cambios en la sociedad y en nuestras propias percepciones del mundo.

Uno de los aspectos más fascinantes del héroe es su humanidad. Aunque poseen habilidades sobrenaturales y enfrentan desafíos extraordinarios, los héroes también tienen sus defectos y luchan con sus propias dudas e inseguridades. Su viaje no solo es físico, sino también emocional y espiritual, lleno de aprendizajes y autodescubrimiento.

El héroe no solo lucha contra enemigos externos, sino también contra sus propios demonios internos. Es un símbolo de valentía, sacrificio y perseverancia, recordándonos que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay esperanza y la posibilidad de un nuevo comienzo.

Ya sea en las páginas de un antiguo poema épico o en la pantalla de cine, el héroe continúa cautivando nuestra imaginación y despertando nuestra admiración. Su legado perdura, recordándonos que dentro de cada uno de nosotros hay un héroe en potencia, listo para enfrentar cualquier desafío que se interponga en nuestro camino hacia la grandeza.

En el caso de Alito sólo puedo decir: “O mueres como un héroe, o vives lo suficiente para verte convertido en el villano.”

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