Hasta siempre don Mario Enrique

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Por Israel Reyes 

Fue en el patio trasero de las instalaciones de la CROC Coahuila, entre Colón y Cuauhtémoc, donde conocí por primera vez a don Mario Enrique Morales Rodríguez, era una carne asada, de esas que improvisamos los norteños por cualquier motivo. Llegamos poco después de que los primeros cortes listos para ser taqueados. Como era su estilo, al llegar, don Mario nos convida de los alimentos y nos hace sentir en confianza, entre amigos, como de esos a los que por un tiempo determinado los terminamos de catalogar como familia. 

El motivo de la visita era para ser propuesto a dirigir a las juventudes croquistas. El viejo no era de esos que con la primera impresión se dejaría llevar. Los que lo conocen ya sabrán a lo que me refiero. Entre pruebas, retos, carrillas y enseñanzas fue que el líder sindical decidió que participara y formara parte de esa gran familia, a la que hoy en día todavía me siento honrado y orgulloso de pertenecer. El camino hacia el respeto y cariño que le guardo apenas empezaba, era un 14 de abril de aquel Saltillo de 2007. Cosa curiosa y entrañable, a partir de su aceptación, toda la central obrera me arropó como uno de los suyos. El menor de ellos en ese entonces. 

Las fotos que pueden apreciar en internet son cosa distinta a su forma de ser. Su semblante parecía de una persona muy seria y de pocos amigos, pero no se deje engañar: era todo lo contrario. Fue un esposo, padre y abuelo amoroso. Tenía un corazón enorme, siempre contaba con el chiste o broma adecuada para la ocasión. Le fascinaba darle el recorrido a cada persona interesada en la CROC mientras contaba su historia y mostraba al final los tres cuadros donde también aparecía él haciendo alusión que algún día dejaría de ser mero-mero. La injusta rivalidad con la CTM era narrada como si estuvieras viendo la final entre las Chivas y el América, terminabas poniéndote del lado de la CROC por la injusta distribución sindicalista-industrial que al pasar de bastantes gobiernos le otorgaban. 

La amistad es un concepto sumamente complejo. Aunque todos tenemos algunos amigos, estos se pueden contar con los dedos de la mano, ya que establecer vínculos tan sólidos como la amistad resulta extremadamente difícil para el mismísimo alcance humano. Es todo un desafío mantener esas conexiones a lo largo del tiempo y superar todas las adversidades. Bueno, don Mario era uno de ellos.

La muerte no tiene muchas virtudes, pero una de ellas es que nos despierta: nos recuerda lo esencial, lo que de verdad importa, y entonces, vamos al grano. Todo queda más limpio y brilla más, haciendo que las experiencias y las vivencias se amplifiquen. 

Fueron casi 44 años haciendo historia. La semana pasada, justamente el 20 de noviembre, el día de la Revolución Mexicana, a sus 74 años partió como los justos. Me gusta pensar que esa fecha fue una especie de serendipia o justicia divina. Un día histórico para lo que hoy es México y posterior para el sindicalismo. Seguramente su agenda todavía esta llena de pendientes y proyectos, era un hombre que no podía estarse quieto. 

Se fue don Mario de este mundo con el reconocimiento más alto para un líder sindical: haber formado una amplia y compleja familia obrero-campesina por todo el territorio coahuilense.

Descanse en paz. 

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Emprendedor; licenciado en administración por la UAdeC; MBA por la UVM con especialidad en Marketing. Estudiante de filosofía.

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