Por Joselo de Velasco
Una manta amarrada con mecates, escrita con pintura acrílica y amarrada con mecates para simular humildad hubiera enmarcado mejor el festejo del presidente por 5 años de triunfo, pero optaron por una lona impresa con el escudo nacional, el rostro de varios héroes y un recordatorio que culpa a la democrática de la llegada de la 4T al poder.
El llamado “AMLO fest” se ha realizado cada año durante los últimos cinco, es uno más de los actos de campaña del gobierno que no gobierna, del presidente que sólo preside eventos publicitarios, promociones y peleas con grupos de la sociedad sirve también para conocer quienes le fueron más útiles durante el año y quienes están en su círculo cercano y lo acompañan en el escenario.
En este año el festejo perdió atención y tanto medios como líderes de opinión tornaron con empatía su atención hacia el obispo de Apatzingán, Mons. Cristóbal Ascencio García quien en su misa dominical propuso cambiar el festejo del zócalo por un día de luto y duelo nacional. Tanto por los fieles de su diócesis como los del resto del país que han perdido la vida a consecuencia del recrudecimiento de la violencia en los últimos 5 años.
El enojo y la iracunda respuesta presidencial en la mañanera a cualquier opinión que no lo alabe también se ha vuelto tradición como los festejos huecos, no sólo por el peso de la iglesia sobre un sector tradicional, no se necesita compartir la fe para empatar las reflexiones sobre el desperdicio y retraso sexenal. Más cuando la falta de control y el descontento de sectores atentos de la sociedad adelantaron el proceso de sucesión presidencial.
Bien dijo Hannah Arendt, “el poder y la violencia son opuestos; donde uno gobierna absolutamente, el otro está ausente. La violencia aparece donde el poder está en peligro, pero si se deja a su propio curso termina en la desaparición del poder”. Esto ilustra a la perfección los enojos presidenciales, sabe que el incremento en las cifras de inseguridad, violencia y asesinatos son reflejo innegable de su falta de autoridad, pero saberlo y que te lo recuerden con reflectores, que lo compartan y repitan en el país al que te aferras. El problema y la alarma es pensar que conforme siga perdiendo poder nuestro presidente más violencia se vivirá.