¿Existe el narcisismo cultural?

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Por Israel Reyes

El libro “La cultura del narcisismo” de Christopher Lasch, publicado en 1979, sigue siendo un texto de referencia incluso después de más de 40 años. Recientemente recuperado en castellano por Capitán Swing, este libro fue pionero en analizar el narcisismo como una epidemia social. En él, Lasch utiliza el narcisismo como metáfora de la condición humana, explorando cómo nuestra sociedad se ha vuelto obsesionada con la autoimagen, la admiración superficial y la búsqueda constante de gratificación personal. Esta obra nos invita a reflexionar sobre los efectos negativos del narcisismo en nuestras relaciones personales, en la cultura y en la sociedad en general.

Pero ¿qué es el narcisismo? El narcisismo es un concepto que se refiere a una forma de estructuración de la personalidad y a un trastorno psicológico. En psicoanálisis, se distinguen dos tipos de narcisismo: el narcisismo primario, que se refiere al momento en el que el individuo se toma a sí mismo como objeto de amor antes de elegir objetos externos, y el narcisismo secundario, que se refiere a la búsqueda constante de reconocimiento y admiración por parte de los demás.

En términos generales, el narcisismo se caracteriza por un sentido exagerado de superioridad, una necesidad constante de atención y admiración, una falta de empatía hacia los demás y una tendencia a aprovecharse de los demás para lograr sus propias metas. Las personas con trastorno de la personalidad narcisista suelen tener una visión inflada de sí mismos y creen que son especiales y únicos. También pueden tener dificultades para establecer relaciones saludables y tienden a buscar constantemente la validación externa.

Es importante tener en cuenta que el narcisismo puede manifestarse en diferentes grados, desde rasgos de personalidad narcisistas hasta el trastorno de la personalidad narcisista propiamente dicho. En casos más extremos, el narcisismo puede tener un impacto negativo en las relaciones personales y en la vida de la persona que lo experimenta.

Los críticos actuales del nuevo narcisismo a menudo confunden causa y efecto y atribuyen a un culto al privatismo procesos que derivan de la desintegración de la vida pública. Además, utilizan el término narcisismo de manera tan vaga que pierde gran parte de su significado psicológico original. Erich Fromm, en su obra “El corazón del hombre”, amplía el concepto de narcisismo para abarcar todas las formas de vanidad, admiración, satisfacción y glorificación de uno mismo en los individuos, así como estrechez mental, prejuicios étnicos o raciales y fanatismo en los grupos humanos. Fromm emplea el término como sinónimo del individualismo asocial, que, según su versión del dogma progresista y humanista, socava la cooperación, el amor fraterno y la búsqueda de lealtades más amplias.

Sin embargo, el análisis de Fromm sobre el narcisismo individual y social tiende a vestir perogrulladas moralistas con ropaje psiquiátrico. Su intento de rescatar el pensamiento de Freud y comprimirlo al servicio del realismo humanista resulta equivocado y prescindible. Fromm pasa por alto el cambio en la teoría de Freud sobre el narcisismo, que reconoce la importancia del ello como depósito de la libido. Además, la práctica de equiparar el narcisismo con todo lo egoísta y desagradable va en contra de su especificidad histórica. Los trastornos del carácter y los cambios en la estructura de la personalidad están relacionados con cambios específicos en la sociedad y la cultura, como la burocracia, la proliferación de imágenes, las ideologías terapéuticas y el culto al consumo.

Los críticos recientes del narcisismo que ignoran su dimensión psicológica también pierden la dimensión social. No logran analizar los rasgos de carácter asociados con el narcisismo patológico ni las características secundarias del narcisismo. Además, se privan de establecer una conexión entre el tipo de personalidad narcisista y ciertos patrones característicos de la cultura contemporánea. Para estos críticos, el narcisismo sigue siendo sinónimo de egoísmo y una metáfora que describe una condición mental en la que el mundo aparece como un espejo del yo.

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