El derecho a no tener la razón

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Por Sergio Ramírez
Es indudable la capacidad que tienen muchos abogados para debatir; Twitter, Facebook o en las fiestas con los amigos han sido testigos del uso de la argumentación enseñada en la universidad y mejorada con la experiencia para ganar debates que no llegan a nada y muchas veces sin sentido.
Durante años los abogados litigantes hemos debatido sobre la razón que nuestros clientes tienen frente a sus contrarias en los órganos jurisdiccionales en los que se encuentran radicados sus asuntos judiciales, debatir y tener la razón se han convertido en nuestro pan de cada día y no solo en sentido figurado, sino que gracias al debate en juzgados tenemos comida en nuestras mesas todos los días.
Desde que era un adolescente y elegí estudiar Derecho me encantaba entablar debates con conocidos y desconocidos, mañana tarde y noche debatí sobre temas en los que creía tener la razón, había veces en las que incluso salía peleado (momentáneamente) con amigos por no haber podido explicar correctamente mi argumento; conforme fueron pasando los años y crecí, llegué a la conclusión de que tenemos el derecho a no tener la razón y lo explico de la siguiente manera:
En nuestra vida diaria, como abogados, incluso desde que estamos en la universidad, la razón es importantísima para nosotros, digo, quién de nosotros no confrontó alguna vez a la autoridad manifestando que cuando nos paró el tránsito violaba nuestras garantías individuales plasmadas en la constitución, o quién de nosotros en un retén no manifestó que dicho retén era ilegal y que transgredía el artículo 14 y 16 constitucional, pasando los años el ánimo de discutir y tener la razón fueron cediendo ante la necesidad de mis clientes de que buscara que la autoridad jurisdiccional les diese la razón a ellos. 
En lo personal he disfrutado más de un diálogo que de un debate, el intentar convencer de lo que pienso a los demás ya no es necesidad y esto debido a que ahora prefiero escuchar opiniones distintas a las mías y solo si me preguntan y lo creo realmente necesario podría hablar de las causas en las que creo y defiendo. 
A lo anterior es indispensable agregar la descarga emocional que se siente cuando dejas de querer tener la razón y empezar a escuchar diversas opiniones, el estrés de una y otra vez tratar de convencer a conocidos y desconocidos ha ido desapareciendo con el tiempo, nada de lo que alguna vez grité y consigné me dio la paz emocional que siento ahora al solo debatir cuando la causa se encuentra en un juzgado.
Nuestra salud mental agradecerá no buscar tener la razón, nuestro cuerpo agradecerá ese enojo menos y nuestros clientes agradecerán el tiempo que invertiremos en tratar de buscar que les den la razón en el órgano jurisdiccional y no en buscar que nos den la razón a nosotros en algún debate al aire.

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