Por Israel Reyes
En primer lugar, debemos destacar la gran desconexión entre la inflación que experimenta la economía real y la que se está presentando en los medios de comunicación. Si bien es cierto que la inflación general ha aparecido recientemente, la mayoría de los aumentos son en sectores específicos como bienes raíces, alimentos y en algunos casos de tecnología. Esto no lleva a una inflación generalizada en toda la economía y debería ser algo temporal, no una preocupación constante.
Sin embargo, hay ciertos actores económicos que parecen estar contribuyendo a estos aumentos de precios, los corporativistas. Grandes empresas han estado aumentando sus precios en productos de primera necesidad, sin embargo, su aumento de precios no se correlaciona con los costos, eso significa que están maximizando sus ganancias sin tomar en cuenta la economía general, un acto de avaricia empresarial que, desafortunadamente, no es nuevo.
En segundo lugar, los medios de comunicación y los expertos financieros siempre se han inclinado hacia el neoliberalismo, creyendo que la recesión y la austeridad son el camino hacia la prosperidad económica. Ahora, con el inicio de la recuperación económica, cambia el discurso hacia la inflación y culpan a la política económica expansiva, argumentando que, con las políticas ambientales y gubernamentales, la inflación y la recesión serán inevitables.
Todo esto no hace más que ocultar el hecho de que la propia política económica expansiva de los gobiernos no es la causa de la inflación, sino que la causa real es la avaricia corporativa. Este hecho, sin embargo, se ve eclipsado por la narrativa de los medios y los expertos financieros.
El punto es no dejarnos llevar por la narrativa económica convencional y entender que la inflación no siempre es algo malo. La explosión en toda la economía es poco probable, incluso teniendo en cuenta la recuperación económica actual. En su lugar, debemos prestar atención a la verdadera causa de los aumentos de precios: la avaricia empresarial de las grandes corporaciones. Si queremos una economía sustentable y justa, debemos tomar medidas adecuadas para abordar esta avaricia, ¿cómo lograrlo? Regulando a estas empresas para que sea justo el ganar-ganar entre las corporaciones y la sociedad.
Solo hay una constante en este modelo: las corporaciones no solo se benefician del aumento de los precios, sino que también utilizan su influencia para evitar regulaciones y pagar menos impuestos. Esta avaricia ha llevado al mundo a una situación crítica donde una pequeña minoría acumula la mayor parte de la riqueza mientras la mayoría lucha por sobrevivir. Es la raíz de la desigualdad y el origen de la explotación laboral y ambiental. Es como una enfermedad que nos afecta a todos y sólo podremos curarnos cuando admitamos que el dinero no es un fin sino un medio que bien administrado puede ser el equilibrio entre el progreso y el respeto por nuestro entorno.