Por Israel Reyes
El 2024 es el año donde más de medio mundo lo tocó o le tocará votar por cuestiones políticas. Aproximadamente 4 mil millones de almas, en más de 50 naciones (casi la mitad de la población global) se espera que participen en elecciones nacionales, cuyos desenlaces posiblemente influirán en la política mundial en los años o décadas venideros.
Las elecciones europeas de 2024 pusieron en el centro de la atención a los partidos de extrema derecha, y su avance prometía ser el relato principal del evento. Se esperaba que estos grupos lograran un récord de escaños en el Parlamento Europeo, impactando significativamente a los líderes tradicionales del continente. Un sondeo a pie de urna predijo que los partidos de extrema derecha ganarían alrededor de 150 de los 720 escaños, lo que podría dificultar la formación de mayorías necesarias para la aprobación de leyes por parte de los partidos mayoritarios.
El crecimiento de la extrema derecha fue particularmente notable en Francia, Italia y Alemania, países con un gran número de escaños. Sin embargo, estos partidos aún enfrentan el desafío de construir un consenso sólido para maximizar su influencia política. La situación en Alemania es un buen ejemplo: el partido AfD fue expulsado del grupo de extrema derecha Identidad y Democracia (ID) debido a controversias en torno a comentarios de su principal candidato europeo, Maximilian Krah, sobre los miembros de las SS nazis.
A pesar de este auge, el Partido Popular Europeo (PPE) logró mantenerse como el mayor ganador individual en la noche del domingo. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, declaró que el PPE seguiría actuando como “ancla de estabilidad”. También enfatizó la necesidad de protegerse contra los partidos extremistas, instando a sus aliados políticos a unirse en este esfuerzo. Von der Leyen descartó la posibilidad de alianzas con facciones de extrema derecha y propuso colaborar con la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas y los centristas y liberales de Renovar Europa para formar una “amplia mayoría por una Europa fuerte”.
Von der Leyen, quien busca un segundo mandato como presidenta de la Comisión Europea, reafirmó su compromiso con los partidos proeuropeos, proucranianos y pro Estado de derecho.
Las elecciones también causaron un gran revuelo en la política nacional de varios países europeos. En Francia, el presidente Emmanuel Macron convocó elecciones anticipadas después de que su partido fuera derrotado por la ultraderechista Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen. Macron anunció la disolución de la Asamblea Nacional y programó nuevas elecciones para el 30 de junio y el 7 de julio. Los resultados oficiales mostraron que las principales listas electorales de extrema derecha obtuvieron más de un tercio de los votos emitidos, un resultado significativo que supera a los tres partidos siguientes combinados. En su discurso de celebración, el líder del RN, Jordan Bardella, afirmó que la “derrota sin precedentes del actual gobierno marca el fin de un ciclo, y el primer día de la era post-Macron”.
Estas elecciones no solo evidencian un crecimiento significativo de la extrema derecha, sino que también destacan la resiliencia del centro político, liderado por el PPE y sus aliados. Este escenario plantea nuevos desafíos y oportunidades para la política europea, marcando un punto de inflexión en la dinámica de poder del continente.
Las elecciones europeas de 2024 han captado la atención de todo el continente, y sus resultados tienen un impacto directo en la vida de millones. Pero antes de empezar, ¿Qué es el Parlamento Europeo? Este es una de las siete instituciones clave de la Unión Europea y actúa como su asamblea legislativa. Los ciudadanos de los países miembros de la UE eligen directamente a sus diputados a través de elecciones que se celebran cada cinco años. Para las elecciones de 2024, el número de diputados ha aumentado a 720, comparado con los 705 anteriores. Este incremento incluye escaños adicionales para España, Francia, los Países Bajos, Austria, Dinamarca, Bélgica, Polonia, Finlandia, Eslovaquia, Irlanda, Eslovenia y Letonia.
Los diputados del Parlamento Europeo, junto con el Consejo de la Unión Europea (compuesto por los gobiernos de los Estados miembros), modifican y aprueban leyes y el presupuesto tanto anual como plurianual de la UE. Además, el Parlamento Europeo supervisa a otras instituciones de la Unión, como la Comisión Europea.
Los eurodiputados también eligen al presidente de la Comisión Europea y tienen un papel crucial en la evaluación de los comisarios propuestos, mediante audiencias individuales. Deciden si aprueban el conjunto de los 27 comisarios mediante una votación de asentimiento.