Por Joselo de Velasco
En las últimas semanas fuimos testigos de la capacidad de operación y negociación política de los gobernantes del norte con Estados Unidos ante una situación de competencia y responsabilidad nacional, en concreto de un problema que compete a la cancillería. A lo largo de Texas la frontera entre México y el vecino del norte estuvo cerrada por 36 horas para las exportaciones de producción nacional representó pérdidas y retrasos de todo lo contenido en los camiones que formaron 17 kilómetros de filas en los cruces fronterizos. Todo esto sin intervención de la cancillería mexicana, todo esto sin un sólo pronunciamiento por parte de Marcelo Ebrard. A todo esto, respondieron y resolvieron los gobernadores del noreste, Miguel Ángel Riquelme de Coahuila, “el raspado” Samuel García de Nuevo León y “el ya no sé dónde esconderme” Francisco Cabeza de Vaca de Tamaulipas.
Greg Abbott, gobernador de Texas fue quien frenó el flujo de transportes de carga como medida para evitar el paso de migrantes escondidos en las cajas y entre las mercancías, la imposibilidad de revisar y cerciorarse del contenido de todos los camiones fue el argumento. Entendiendo sin defender, la impunidad ante el incremento de migrantes y la operación de los traficantes de personas o polleros generan también presiones ciudadanas y empresariales a los políticos norteamericanos, sin contar la inseguridad que representan los nuevos modelos de migración. Hay que entender que el nuevo modelo de migración ha dejado de ser la inocente llegada de personas con el sueño de trabajar para proveerle a su familia, ahora con el crimen organizado controlando las fronteras, quien logra cruzar es precisamente por y para los intereses del crimen. Además de las ganancias que obtienen cobrando en promedio 3 mil dólares por cruce (pero hay testimonios de pagos cercanos a los 7 mil dólares) es en las fronteras donde se recluta mano de obra para las mafias de ambos países.
Por seguridad y comercio esta situación compete y debe preocupar al Gobierno Federal, la crisis migratoria en particular la acumulación de connacionales y extranjeros en las ciudades y comunidades fronterizas debería ocupar al ejército y Guardia Nacional. Las cédulas del crimen se están fortaleciendo tanto en México como en Estados Unidos, no podemos negar que por nuestro país están entrando criminales y precursores de metanfetaminas entre la gente que busca un trabajo y una mejor manera de proveer el sustento a sus familias.
México no ha hecho absolutamente nada para frenar la importación de sustancias básicas para la elaboración de metanfetaminas ni para detener la entrada de miles de migrantes al día por la frontera sur. No es capricho norteamericano, se estima que a diario mueren 300 personas directamente por consumo de cristal en EUA. La frontera sur mide 1,149 kilómetros, es casi una tercera parte de los 3,200 kilómetros que se tienen que vigilar al norte. La migración no es un problema único de EUA por tener la mejor economía del continente, es una situación de derechos humanos que implica tanto a los países de origen como a los de tránsito y destino. Nuestra nación no está haciendo su parte, claro que es comprensible que Texas presione para que México colabore en la detección de migrantes y químicos y drogas.
La industria del norte trabaja en su mayoría bajo esquemas “just in time” esto es una logística en la que es impensable perder horas con insumos o partes de la producción paradas, lo que hicieron los gobernadores fue restarle incertidumbre a la situación que impera y a diario promueve la 4T. Millones de empleos dependen de la industria, contrario a la declaración del Canciller Marcelo Ebrard “los gobernadores fueron extorsionados”, los gobernadores del norte le hicieron la tarea, el canciller debería agradecerles.
La cúspide del cinismo y antinacionalismo se vio cuando el presidente López Obrador defendió y buscó la participación en la cumbre de las américas de Nicaragua, Venezuela y Cuba a quienes se les negó por no tener esquemas democráticos ni de DDHH, mostrando que su único interés en cuestiones internacionales radica en fortalecer a sus aliados del populista Foro de Sao Paulo.