AMLO y el lobo

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Por Joselo de Velasco

El presidente Andrés Manuel López Obrador se convirtió el 24 de enero del 2021 en el mandatario número 21 en dar a conocer su contagio de covid. Luego de un sin número de desafortunadas declaraciones carentes de sustento médico o científico, sobre una enfermedad viral, el presidente con “inmunidad moral” y quien recomendó para evitar contraerla no mentir, no robar y no traicionar… Se contagió. Afortunadamente salió muy bien. 

En enero del 2022 Presidencia de la República publicó que el presidente estaba contagiado nuevamente de covid, evolucionando favorablemente, con signos estables y que tomaría unos días de descanso y aislamiento. En su momento no levantó ninguna sospecha, parecía algo común dentro de una ola de contagios desatada por las convivencias decembrinas y de fin de año. El problema fue una filtración del grupo de ciberactivistas “Guacamaya” que señalaba como un evento isquémico lo que en realidad tuvo AMLO en enero, y que su salud estuvo en riesgo, requiriendo incluso un traslado al hospital militar. 

La información que derivó en la confirmación del tercer contagio de covid del presidente de México surgió no de fuentes oficiales sino periodistas y reporteros de Yucatán que aseguraron un desmayo del presidente antes de que fuera cancelada la visita y revisión de avance del Tren Maya. Estas versiones se negaron rotundamente por cuanto funcionario federal y de Morena opinara públicamente, incluido el secretario de gobernación, Adán Augusto que incluso llamó “mentirosos” al Diario de Yucatán, y el titular de Comunicación Social. Durante 5 días la opinión pública, redes sociales y pláticas políticas cuestionaron la salud, veracidad y hasta posibles complicaciones giraron en torno a esto. 

Afortunadamente como en las anteriores ocasiones el presidente subió a sus redes un video donde personalmente aclaraba su estado de salud, confirmaba las versiones periodísticas del desmayo señalando que, por covid se le bajó la presión. Esto confirma que los funcionarios públicos mintieron al negar el desmayo. 

Naturalmente la ciudadanía desconfía, no sabemos si la versión oficial es la correcta o la corregida o si quizá saldrá una nueva filtración de información. El problema de la pérdida de credibilidad en la autoridad no queda exclusivamente en las preferencias políticas, contrario al discurso partidista presidencia y reduccionista, que limita todo a un “ellos contra nosotros”, a quienes amamos México nos preocupa la incertidumbre que proyecta el mandatario, la opinión internacional hacia nuestro país y la falta de un mandatario a la altura de los problemas que atraviesa. Dar a conocer el estado de salud del mandatario es un asunto de seguridad nacional, no de ganas presidenciales 

A mitad del sexenio el Centro de Análisis Spin estudió las declaraciones en las “mañaneras” revelando que en 3 años el presidente había dicho más de 68 mil mentiras y pronunciado al menos 86 mil declaraciones dudosas o imposibles de comprobar. 

Esta semana EUA advirtió que se debe investigar la venta del avión presidencial a un país vinculado al tráfico de droga, y para impedir que en dicho avión se envíen a Rusia componentes para la producción aeroespacial que se le habrían prohibido adquirir de otros países. Pero también caben las sospechas de los propios mexicanos, ¿Por qué se le vende a menos del 40% del costo real a un dictador? 

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