Quito fue blanco de inusuales ataques con granadas y a los menos dos atentados con coches bomba contra la autoridad encargada de las prisiones en Ecuador, que funcionan como centros de operaciones de bandas del narcotráfico.
Los ataques, que comenzaron en la noche del miércoles en una zona comercial de Quito, no dejaron víctimas. Son una nueva muestra del poder del crimen organizado en un país cada vez más violento, que hasta hace pocos años era un oasis de paz entre Colombia y Perú, los dos mayores productores mundiales de cocaína.
Los dos coches bomba, un sedán y una camioneta, cargaban cilindros de gas, según fuentes policiales. Uno de ellos explotó frente a la actual sede de la autoridad estatal a cargo de las prisiones, el SNAI, y el otro afuera de un edificio que antes albergaba oficinas de ese organismo.
El director de Investigación Antidrogas de la policía, el general Pablo Ramírez, dijo a la prensa que el sedán tenía “dos cilindros de gas con combustible, mecha lenta y aparentemente tacos de dinamita”.
“No existen personas afectadas”, informaron los bomberos.