Algo sobre la Revolución Mexicana

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Por Israel Reyes

Durante seis meses alrededor del año 1911, en una zona de la costa mexicana del Pacífico, una pandilla internacional de compañeros de viaje luchó por la revolución. El grupo de revolucionarios, que se apoderó de pueblos en la frontera de Baja California como Mexicali, Los Algodones y Tijuana, llevó a cabo algunas de sus incursiones desde la parte trasera de trenes secuestrados. Los revolucionarios provenían de diversas partes del mundo y hablaban una amplia variedad de idiomas, incluyendo galés, australiano, dialectos estadounidenses y español.

 Además, muchos de los insurrectos hablaban los idiomas locales de las tierras fronterizas, así como las lenguas indígenas kiliwa, cocopah y kumeyaay. El grupo estaba compuesto por una mezcla de incendiarios mexicanos de niveles inferiores de la élite frustrada, sindicalistas angloparlantes de la Primera Guerra Mundial y campesinos indígenas desposeídos que se unieron al programa revolucionario por la promesa de subvertir el poder de la clase hacendada terrateniente. 

Los insurrectos bajacalifornianos no solo se distinguían por el emblema anarquista que llevaban prendido en sus mangas, sino también por su diversidad de pensamiento y el amplio rango de ideologías que representaban. Sin embargo, entre ellos también había aventureros directos y oportunistas, incluidos algunos estadounidenses chovinistas y al menos un probable informante del Estado.

El Partido Liberal Mexicano (PLM), procedente del exilio en Estados Unidos y que representaba el sector más izquierdista de los liberales mexicanos, lideró la insurrección en Baja California, aunque no logró movilizar a las masas en ningún momento, a pesar de sus aspiraciones radicales y democráticas. Los insurrectos, que viajaban a pie y en tren por la península, a menudo izaban sus banderas rojas en pueblos casi desiertos, ya que sus habitantes habían abandonado sus hogares al oír su aproximación.

Al mismo tiempo, en las filas de los revolucionarios, donde se encontraban tanto insurgentes locales como voluntarios internacionales, surgieron tensiones porque los aventureros militares, en muchas ocasiones sin experiencia, eran promovidos a posiciones de liderazgo basándose en credenciales, a menudo fabricadas. Esto, sin duda, fue una gran decepción para los arquitectos intelectuales de la insurrección, especialmente para Ricardo Flores Magón, el tribuno más destacado del PLM, quien, junto a sus colaboradores, había vivido en el exilio como fugitivo político durante muchos años. En ese momento, su periódico multinacional, Regeneración, se había establecido firmemente como la voz más radical del movimiento revolucionario liberal, y su partido, el PLM, parecía estar en condiciones de liderar la revolución, que muchos mexicanos consideraban inminente.

En el libro “El regreso del camarada Ricardo Flores Magón” del antropólogo Claudio Lomnitz se señala que la prominencia ideológica del Partido Liberal Mexicano era inversamente proporcional a su importancia militar durante la campaña de Baja California. Esta falta de importancia militar acabó siendo evidente con la derrota de la rebelión en menos de seis meses, no a manos de Porfirio Díaz, sino de elementos más moderados de la coalición nacional liberal, lo que llevó a la efímera presidencia de Francisco Madero. Los revolucionarios de Baja California se les dio diez dólares a cada uno, se les alimentó en un restaurante chino de Calexico, se les embarcó en un tren hacia El Paso y se les pidió que se dispersaran desde ese punto. Según relata Lomnitz, la ideología del PLM, expresada en Regeneración, no se reflejó en la campaña de Baja California, ya que el edificio de su ideología aparecía como una especie de ilusión holográfica: sus elegantes contornos, volúmenes y perspectivas carecían de sustancia dura.

 Esta marginación marcó un antes y un después para el PLM en la época revolucionaria mexicana, según Flores Magón y sus secuaces, quienes consideraron la represión de la rebelión de Baja California por parte de Madero como la primera gran traición de la era revolucionaria mexicana.

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