El presidente odia la transparencia

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Por Joselo de Velasco

La transparencia en el ejercicio de recursos públicos ha sufrido una suerte de mala interpretación en países como el nuestro, en que se ha transformado en un adjetivo que acompaña a la información que denuesta a un político o a una administración. En cierta manera refleja una herramienta que ha adquirido el ciudadano para conocer la calidad moral de sus gobernantes y, que si bien ahora se le da un uso de argumento suficiente y necesario para el juicio sumario no hay que olvidar que fue la misma clase política la responsable del condicionamiento operante. La historia de la transparencia, sin menospreciar sus avances e importancia dentro de un país democrático, también convive con las banderas de la oposición y la necesidad del grupo de poder en turno por restarle importancia. Nadie quiere que se ventile su opacidad o incompetencia en el uso de los recursos que el pueblo genera mediante el pago de impuestos, aranceles, multas y cualquier pago a los sistemas políticos. 

En este mismo ejercicio peripatético donde el camino es la historia de la transparencia si bien encontramos momentos difíciles, no hay comparación a la actualidad que vive México, un cínico y patente esfuerzo por desaparecer el órgano encargado de transparentar nuestros recursos. Antes de continuar pauso para recalcar la importancia de que el ciudadano jamás olvide que los recursos son nuestros, por más que la clase política sienta que son ellos quienes los generan, los legislan y asignan, que son sus generosas manos las que los transforman en benévolos programas sociales y necesitadas obras públicas, por más esfuerzos símiles mantengamos presente siempre que los recursos utilizados por un gobierno fueron generados por el trabajo, inversión y el capital ejercido de alguien más. Hoy vemos como desde la presidencia de la república AMLO busca desaparecer el INAI como si fuera cualquier otra institución y logro ciudadano que le estorbe en sus caprichos. 

El gastado discurso del ahorro presupuestal es sorprendentemente utilizado para sustentar la extinción del instituto que busca el correcto uso de los recursos, este sin sentido exige al ciudadano creer que es más importante ahorrar que gastar con congruencia, sentido común y en la dirección que el país lo demanda. Lo que el presidente pide al pueblo es que creamos que si dos niños son enviados a la tienda con suficiente dinero para comprar tortillas para la comida y uno regresa con tortillas al precio que la inflación las ha elevado y otro regresa con tornillos porque se encontró una oferta sea este último quien mejor acató la indicación. Y no sólo eso, que su familia con hambre le debe aplaudir su acción. Es ciertamente impensable creer que a un país le conviene ahorrarse el costo de vigilar el correcto uso de sus recursos. 

Además sabemos que la razón de desaparecer al INAI no ha sido nunca una intención de ahorro, como ninguna otra desaparición o transformación de instituciones de las que hayamos sido testigos en este sexenio, claramente al presidente le enerva que a través de transparencia nos enteremos que las amistades de su hijo han recibido contratos por más de 100 millones de pesos, o que su amigo Luis Cresencio Sandoval a quien puso al frente de la Secretaría de la Defensa Nacional y que le ha entregado el mayor porcentaje de obra pública vive, gasta y viaja como un verdadero monarca, que sus programas insignia no cumplen con reglas de operación clara levantando sospechas de ser herramientas electorales, que a través de la creación un instituto de supuesta “Seguridad Alimentaria” se han desviado más de 15 mil millones de pesos. 

El presidente odia la transparencia porque destruye todos los discursos con los que construyó su falsa imagen de humilde y humanista defensor del pueblo, odia la claridad con que el mexicano puede ver como la 4T malgasta los recursos que el gobierno le quita al trabajador. El INAI es testigo de cómo el arduo esfuerzo de un padre o madre de familia no se transforma en recursos que lleguen al plato de sus hijos sino a la mesa de los familiares y amigos del presidente. 

La transparencia transforma al mesías de Macuspana en el falso profeta de la opacidad, la corrupción y el saqueo a las arcas públicas, quien con sus desvíos deja a los criminales en mejor condición que las corporaciones de seguridad, al enfermo sin acceso a la salud y a los niños y jóvenes sin oportunidades dignas de educación.

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