Por Israel Reyes
El origen del neoliberalismo en México se remonta a finales del siglo XX, cuando el gobierno encabezado por Miguel de la Madrid cambió políticas económicas orientadas hacia la liberalización, la desregulación y la privatización. El modelo, inspirado en la escuela de economía de Chicago, planteó que la eficiencia, la competitividad y el crecimiento económico eran el resultado de la libertad de mercado y la reducción del papel del Estado en la economía.
La entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 consolidó el modelo neoliberal en México. El acuerdo comercial prometía mayor inversión, empleo y crecimiento para el país, pero también abrió la puerta a la importación masiva de productos estadounidenses, el desmantelamiento de la industria nacional y la precarización del trabajo.
El neoliberalismo destacó una concentración del poder económico y político en manos de una élite empresarial que aprovechó las nuevas oportunidades de negocio. Las privatizaciones de empresas estatales, como Teléfonos de México y Ferrocarriles Nacionales, beneficiaron a grupos económicos afines al régimen político. El modelo tuvo efectos desiguales para la población. Por un lado, algunos sectores de la clase media y empresarial lograron prosperar gracias a las políticas económicas. Por otro lado, la mayoría de la población sufrió las consecuencias de la desigualdad, la pobreza y la exclusión social. La eliminación de subsidios y el aumento de precios en servicios básicos, como la energía eléctrica y el transporte, afectó negativamente a las clases trabajadoras y vulnerables.
Este modelo también significó un retroceso en el ámbito de los derechos sociales. La privatización de servicios de salud y educación acabará con las barreras de acceso para la población sin recursos económicos. La creciente informalidad y precarización laboral dificultó el acceso a la seguridad social y pensiones. La crisis financiera de 1994, conocida como el “efecto tequila”, reveló las fragilidades del modelo neoliberal. México se vio forzado a pedir un rescate a Estados Unidos y al Fondo Monetario Internacional. El ajuste estructural impuesto por las condiciones del préstamo profundizó el impacto de la crisis en la población, con una devaluación del peso y una inflación de más del 50%.
La alternancia política en el gobierno en el año 2000, con la llegada del Partido Acción Nacional al poder, no significó una transformación sustancial del modelo neoliberal. El gobierno de Vicente Fox mantuvo la línea económica neoliberal, aunque intentó suavizar sus efectos sociales mediante programas asistenciales de combate a la pobreza.
Los efectos del neoliberalismo en México son evidentes en la actualidad. La desigualdad social y la pobreza resultan siendo problemas estructurales del país. La tasa de informalidad laboral se ha mantenido en niveles altos, con un bajo nivel de protección social para los trabajadores. La privatización de servicios públicos como el agua ha generado conflictos y movilizaciones sociales.El neoliberalismo en México ha dejado un legado ambiguo de esperanza y desencanto. Las políticas orientadas hacia la liberalización económica generaron crecimiento y modernización, pero también profundizaron las desigualdades y vulnerabilidades de una sociedad que no ha logrado equilibrar la eficiencia económica con la justicia social y la democracia participativa. Como bien dijo John Maynard Keynes, “el mercado puede quedarse sin la mano invisible que lo guía”, y esa mano invisible en México ha beneficiado más a unos pocos que a la mayoría.