<strong>Justicia Social</strong>

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El pasado 20 de febrero se conmemoró el día de la Justicia Social y a estas alturas no recordamos o bien pasamos de largo este tema por varias razones. Una de ellas se enfrasca en la idea errónea de la meritocracia, en esa falsa premisa de que echándole ganas y haciendo las cosas conforme a las reglas del “librito” es que podremos salir adelante y así obtener las metas y objetivos que nos planteemos durante nuestras vidas. Nada de esto conlleva a lo otro. La definición de la ONU parece clara, menciona que la justicia social se basa en la igualdad de oportunidades y en los derechos humanos, más allá del concepto tradicional de justicia legal. Que está basada en la equidad y es imprescindible para que cada persona pueda desarrollar su máximo potencial y para una sociedad en paz. Hasta aquí todo parece miel sobre hojuelas como con nuestra Constitución, que no es mas que una carta llena de buenas intenciones. Que mal que bien, a lo largo de nuestra historia la hemos hecho valer a grito y sombrerazo. 
Partiendo de lo que nos hace seres vivos y de nuestras innegables necesidades básicas como humanidad es que se trasladan a los Derechos Humanos fundamentales, proclamados apenas en 1948 durante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), justo tres años después de terminada la barbarie de la Segunda Guerra Mundial. El derecho a la propia identidad, a la supervivencia, a la educación a expresarnos con libertad y a ser tratados con dignidad y respeto, son un ejemplo de lo que aquí les comparto. Y es precisamente cuando estas necesidades fundamentales no se cumplen que nos encontramos frente a la inequidad. Esto no tiene nada qué ver con que un país sea de “primer mundo” o se encuentre en vías de desarrollo. Lo que vuelve estas condiciones injustas es que se pueden evitar, punto. Aclaro que no se trata de problemas irremediables, sino que con frecuencia han sido provocados por personas y perduran porque la mayoría se desentiende de ellos. La decisión de promover o de negar la justicia social está en manos de nosotros, las personas, ya sea en lo individual, local, nacional o global.
Por otro lado, la justicia social crítica es una teoría política que identifica a la sociedad discriminada en sectores (ya sea por clase, género, sexualidad, capacidades, etcétera) haciendo notar, en esencia, una estructura opresiva. Se podría definir a los llamados “woke” como activistas en busca de remediar esa situación, pero esto no basta con buscar la igualdad como tal o de darle atención a las justas reivindicaciones, sino que muestran la imperiosa necesidad de refundar a la sociedad. Para ellos, la sociedad actual ya no tiene remedio y por ende ya no puede dar los frutos esperados según Sensoy y DiAngelo en su texto “Is Everyone Really Equal?: An Introduction to Key Concepts in Social Justice Education”.
Ya nadie habla de la justicia social, es como si se hubiera desdibujado de la historia de México. Desde la hegemonía que estas palabras hacían resonar en las cuestiones públicas y políticas, ahora solo se resume a la polarización política para entrever la importancia de darle cause a este par de palabras que mucha falta nos hace en el colectivo hoy en día.

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