Sin política de vivienda no hay voto

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Cada vez que pasan los días, los meses, los años se va poniendo más complicada la situación. El modo legendario de este juego llamado vida no tiene un tope y, como la Ley de Murphy esto todavía puede empeorar. El precio de venta y renta de las viviendas están llegando a niveles ridículos. Lo peor del asunto es que a eso le llaman progreso. Los políticos confunden la política de vivienda con una política inmobiliaria. La vivienda en México y en el mundo es uno de los principales problemas económicos-sociales. En México el 75% del uso del suelo corresponde al uso de vivienda, de ahí su importancia. Además, la vivienda es uno de los principales activos que forman el patrimonio de las familias, en lo general se considera como incluso un ahorro e inversión para preservar sus recursos. 
Desafortunadamente, la falta acceso a financiamientos que permitan la adquisición de una vivienda digna y decorosa a la mayoría de los mexicanos es considerable, lo que propicia que solo un sector minoritario de la población participe en ese mercado. Invertir en una pequeña o mediana empresa resulta cada vez un negocio para privilegiados; para encontrar un local comercial adecuado, en un buen punto para facilitar su aclientamiento hace que prácticamente el rentero se vuelva el socio mayoritario. El fantasma de la meritocracia nuevamente haciendo de las suyas. 
A pesar de los esfuerzos gubernamentales de apoyos en subsidios, construcciones y transferencias, la asequibilidad a la vivienda ha sido insuficiente. La falta de interés por parte de las autoridades en regular verdaderamente a las constructoras ha sido un factor importante del por qué estamos como estamos. La evidencia ha demostrado que una mayor oferta de vivienda en las ciudades no lleva a espacios más accesibles. Todo lo contrario, los precios se elevan logrando que poco a poco se vayan expulsando a los que menos tienen. Las reglas del juego que propone la banca privada nos hacen ver nuestra cruda realidad, realidad que podemos cambiar si lo enfatizamos en los gobiernos, la urgencia para las nuevas generaciones no puede postergarse. Por eso te propongo, querida y querido lector, que sin una buena oferta de política de vivienda no se otorgue el voto. 
No olvidemos que la vivienda es un derecho, no una mercancía. 

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