Por Fernando Urbano
Parece que la coalición Va X México, iba, pero ya no va. En su inicio, muchos de los militantes más conservadores de los partidos que la formaron se mostraban incrédulos de la capacidad de que tres fuerzas políticas tan diferentes lograran acuerdos y pudieran construir una plataforma electoral funcional. Pero la muy necesaria alianza opositora, lo logró, artículo de buena forma a la oposición y rescato las virtudes de cada partido para fortalecer una agenda común y un proyecto de nación viable y objetivo. Para muchos, fue un suspiro de estabilidad.
El anunció más importante del bloque opositor de Va X México fue sin duda el posicionamiento hasta ese momento inquebrantable de presentarse contrarios a todas y cada uno de los intentos de reforma del Presidente para proteger al país y blindar la constitución. Pero el reciente posicionamiento del PRI al permitir la modificación de cuatro leyes secundarias para entregar el control operativo, administrativo y financiero de la Guardia Nacional al Ejército creó una tensión política tanto al interior del PRI y al de la propia coalición, enfrentando directamente a Alito Moreno con Marko Cortés, presidente del PAN, y con Jesús Zambrano, presidente del PRD.
Más allá del posicionamiento y el sentido de la votación de los legisladores del revolucionario institucional, lo que más trascendió fue que todo esto sucedió por un posible y forzado acuerdo, impulsado por las amenazas del oficialismo, para sacar adelante la reforma del presidente a cambio de frenar la investigación por enriquecimiento ilícito del líder tricolor y su posible desafuero. Esto con el alto costo de un inevitable rompimiento con los otros partidos de la coalición.
El valor mayor que permite, o permitía la existencia y la sobrevivencia de Va X México, era la unidad. Pero ese es un valor de partidos, no de personas. El riesgo de romper la alianza no es por la falta de empate de los criterios de los legisladores o de sus dirigentes, si no que desafortunadamente se construyó sobre los dirigentes y no sobre los partidos o sus propuestas; y ninguno de los tres asumió la responsabilidad de permitir la sobrevivencia de la alianza opositora aún y por encima de la muerte política de cualquiera de ellos.
Va X México, no solamente es un bloque de contención, es una herramienta política exageradamente necesaria e indispensable para el país y también para la articulación de la oposición. En las elecciones del 2023 los riesgos de asumir el reto electoral juntos es más viable que asumirlo en forma individual.
La premisa mayor de la coalición es y debe de ser únicamente México, y la estrategia mediata solamente mantener a la oposición unida, organizada y a la vista. Si esto se cumple, será la única oportunidad de ofrecer al elector al menos una propuesta viable y fuerte, con capacidades suficientes para sostener las bases del país.
