La Tierra, aunque a menudo se describe como un “planeta redondo”, no es una esfera perfecta. Este hecho se debe principalmente a dos factores: su rotación y las variaciones en su superficie. La rotación terrestre genera una fuerza centrífuga que provoca que el planeta se ensanche en el ecuador y se aplaste ligeramente en los polos, resultando en una forma conocida como esferoide oblato.
Además, la superficie de la Tierra está lejos de ser uniforme. Montañas, valles, océanos y depresiones contribuyen a que su forma sea aún más irregular. Estos elementos hacen que, si bien es mayormente esférica, en términos técnicos se le considere un “geoide”, una forma que refleja las variaciones en el nivel del mar debido a la gravedad y otros factores.
En resumen, la Tierra no es perfectamente redonda debido a su dinámica interna y externa, lo que le otorga una forma única y compleja que sigue fascinando a científicos y observadores por igual.
