Por Fernando Urbano
La apuesta para dirigir la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, era Nashieli Ramírez Hernández, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, una figura clave en la defensa de los derechos humanos en la capital, y lo más importante contaba con el reconocimiento, respaldo y confianza plena de la doctora Claudia Sheinbaum, quien en más de una ocasión expresó su interés en que Ramírez ocupará el cargo de titular de la CNDH.
Aunque algunos criticaron su falta de experiencia en el ámbito nacional, destacan su compromiso y eficacia en la defensa de los derechos humanos. Lo que sí podemos rescatar es que su desempeño sobrepasa por mucho, a la recientemente reelecta Rosario Piedra Ibarra.
Ramírez ha demostrado un compromiso firme con la protección de los derechos humanos, especialmente en temas como la violencia contra periodistas, la reconstrucción después del sismo de 2017 y la atención a personas adultas mayores. Su liderazgo ha sido fundamental en la emisión de recomendaciones y acciones para abordar estos problemas.
A la CNDH le urgía un líder con capacidades para abordar los desafíos actuales en materia de derechos humanos en México, no un compromiso político y mucho menos el intervencionismo del expresidente. La violencia contra periodistas, la desaparición forzada de personas y la violencia de género son solo algunos de los problemas que requieren atención inmediata; aquí la experiencia y el compromiso de Nashieli Ramírez eran valiosos.
Pecó de inocente la presidenta al pensar que tenía espacio libre para designar a la titular de la Comisión y que los senadores de su partido darían el respaldo a su decisión. No fue así, AMLO estuvo detrás de la votación del Senado para que Piedra Ibarra repitiera el cargo al frente de la CNDH. Fue a todas luces, una imposición de Andrés Manuel López Obrador, la presidenta Claudia Sheinbaum ha negado categóricamente esta afirmación. Y para quien no quiera verlo, esto fue un desafío directo a la presidenta Claudia Sheinbaum.
Aunque la presidenta Sheinbaum dice que López Obrador ya no está en la vida pública y que los senadores tienen la capacidad de tomar decisiones por sí mismos, ha tenido que aceptar su derrota, asumir que el poder, es de López, y como un desmedido gesto de sumisión a su mentor, tuvo que afirmar que la reelección de Piedra Ibarra fue un proceso legítimo y que respetará su designación.
La reelección de Piedra Ibarra, una figura impresentable, es excesivamente cuestionada y un error inexplicable, debido a su desempeño en el cargo y la crisis de derechos humanos que se vive en México. La presidenta de la CNDH ha sido criticada por ignorar quejas contra abusos de las Fuerzas Armadas y por no contar con el apoyo de asociaciones civiles.
La CNDH encarnará en su titular, nuevamente lo que representa exactamente al obradorismo, una institución que renunció a su función de contrapeso, que no se atreven a cuestionar al gobierno y que se suma al coro que celebra el desmantelamiento de los límites al poder.