Los ojos del mundo están puestos en la elección presidencial del próximo 5 de noviembre en Estados Unidos, donde todas y cada una de las encuestas muestran una competencia cerrada entre la candidata demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump. Por lo que uno de ellos dos, será a partir del 20 de enero de 2025 el nuevo inquilino de La Casa Blanca.
Estas elecciones han generado un gran interés y debate no solamente en ese país, sino en todo el mundo, ya que marcan un momento crucial en la historia. En este contexto, la vicepresidenta Kamala Harris emergió como una figura clave, que se convirtió rápidamente en la figura principal en la carrera presidencial.
Por otro lado, el expresidente Donald Trump fue nominado por el Partido Republicano por tercera vez consecutiva, acusado de diversos delitos, entre ellos fraude electoral, y con un duro discurso en el que ha negado los resultados de las elecciones pasadas, lo que ha llevado a una gran polarización al interior de su partido y en el país.
Es importante recordar que en Estados Unidos el presidente no es elegido por voto popular sino a través de un sistema indirecto, y su base es el Colegio Electoral. El “colegio” está integrado por un grupo de personas que se encargan de emitir los votos estatales, conocidos como electores. Este sistema solo se utiliza para elegir al presidente; todas las demás elecciones estadounidenses se deciden mediante el voto popular.
Para obtener la victoria es necesario ganar más de 270 de los 538 votos que se encuentran distribuidos entre los representantes de cada estado.
En la lógica de este sistema, el candidato con el mayor número de votos populares no necesariamente será el presidente, por lo que el triunfo no se decide a nivel nacional, sino en cada estado que aporta los votos necesarios para alcanzar los 270 del Colegio Electoral.
Cada estado tiene una cantidad concreta de votos electorales, aproximadamente acorde con el tamaño de su población. Salvo muy pocas excepciones, cada estado otorga todos sus votos del Colegio Electoral al candidato que haya ganado en su territorio; esto es, el que haya logrado la mayoría del voto popular a nivel estatal.
El proyecto de análisis de datos Five Thirty Eight, de la cadena ABC News, proyecta un promedio 1.4 puntos de ventaja de Harris por sobre Trump. Este resultado fue obtenido de las encuestas realizadas durante el actual proceso electoral por todas las organizaciones, empresas de medios y consultoras políticas como YouGov, Emerson College, Ipsos, The New York Times, CNN, ActiVote, Morning Consult y AtlasIntel.
Esta ventaja de 1.4 puntos, le asigna una victoria a la vicepresidenta Harris con un 48.1% de los votos y a Trump una derrota con un 46.7%.
La victoria Kamala Harris, se ha mantenido con una alta probabilidad, ya que tiene prácticamente asegurados 226 votos electorales de los 270 que se necesitan para proclamarse vencedor, y Trump, solamente 219; por lo que Harris se encuentra a unos días de hacer historia como la primera mujer en llegar a la Casa Blanca.
La mayoría de los estados votan siempre por el mismo partido en todas las elecciones. Por lo que los esfuerzos de ambos candidatos en la carrera presidencial están enfocados en conseguir victorias en cada uno de los estados de la unión americana, principalmente en sus bastiones y particularmente en los denominados estados columpio o bisagra, donde los votantes indecisos pueden definir la elección.
En esta elección, los principales estados bisagra que pueden definir la contienda presidencial son siete y cuentan con 93 votos electorales; estos son Arizona, con 11 votos; Carolina del Norte, con 16; Georgia, con 16; Míchigan, con 15; Nevada, con 6; Pensilvania, con 19; y Wisconsin, con 10.
La guerra electoral por estos 93 votos le da una ventaja importante a Harris, pues ella solamente necesitaría de 44 votos electorales para ganar la elección, mientras que Trump tendría que conseguir 51.
Aunque las combinaciones para obtener el triunfo con estos estados son múltiples, Kamala Harris, la candidata demócrata le basta con retener estados como Pensilvania, Míchigan y Wisconsin, que su partido ha bautizado como “el muro azul”, para llegar sin ningún problema a la Casa Blanca.
Pero para que Trump, el candidato republicano, les diera la vuelta a las probabilidades, es necesario por ejemplo que obtenga el triunfo en Pensilvania y Georgia, además de conservar Carolina del Norte.
Aunque cada uno de los estados mencionados vive un contexto distinto, podemos rescatar brevemente las tendencias o situaciones más importantes que podrían influír en su inclinación electoral en este proceso. Arizona solía ser bastión republicano, hasta que Biden lo ganó en 2020.
Carolina del Norte, ha sido históricamente republicano, solamente Barack Obama en 2008 obtuvo el triunfo en este estado. En 2020, Joe Biden se convirtió en el primer candidato presidencial demócrata en ganar Georgia en casi 30 años. El último había sido Bill Clinton en 1992.
Hasta 2016, Michigan se consideraba un bastión demócrata en las elecciones presidenciales, pero ese año, se impuso Trump, el primer candidato presidencial republicano en ganar el estado desde la victoria de George H.W. Bush en 1988.
Salvo en 1976, Nevada ha votado por el ganador en todas las elecciones presidenciales desde 1912 hasta 2016. Desde 1948, ningún candidato demócrata ha logrado llegar a la Casa Blanca sin ganar en Pensilvania. Hoy las encuestas muestran en este estado a Harris y Trump prácticamente empatados.
En 2016, Trump fue el primer candidato republicano en ganar Wisconsin desde que lo hiciera Ronald Reagan en 1984. Forma parte, junto a Míchigan y Pensilvania, de lo que los demócratas han bautizado como “el muro azul”, el color con el que se identifica su formación; Biden logró recuperar los tres en 2020.
Aunque las encuestas y los análisis aseguran que es difícil atribuir el triunfo holgado y anticipado, ha sido considerablemente importante el esfuerzo de ambos candidatos por atraer a ciudadanos que anteriormente se inclinaban hacia la abstención o la no participación. Además de resaltar un un cambio importante en las estrategias que históricamente habían marcado los dos partidos.
Por lo pronto todos seguiremos atentos al momento decisivo en la historia de ese país. La elección del próximo presidente y vicepresidente tendrá un impacto significativo en el futuro de Estados Unidos y del mundo.