El Legado de 58 Años: Trayectoria de un Maestro del Fitness, Salvador Alcázar

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Por: Rubén Duarte García

En esta ocasión nos toca una entrevista con un personaje muy conocido y no solamente Saltillo, en Coahuila, en México, nuestro amigo Salvador Alcázar, ¿qué tal Salvador? Oye Salvador, pues mira, en esta entrevista nos gustaría conocerte un poquito más, sabemos que mucha gente te conocemos, pero hay nuevas generaciones que no conocen, tal vez el trabajo, la trayectoria, Salvador Alcázar, Platícanos para para iniciar dónde naciste.

En Saltillo, Coahuila, mi madre fue Dominga Aguilar Ordóñez, mi padre es Camilo Alcázar Álvarez, tuvimos 15 hermanos, 7 hombres y 8 mujeres y yo fui el séptimo, mi mamá trabajaba haciendo costuras, pero fue una vida muy bonita.

Salvador, tu padre, ¿a qué se dedicaba? 

Él era comerciante, tenía su negocio por donde está el teatro García Carrillo, ahí tenía una tienda que se llamaba “Gacela”, vendía pantalones y camisas, pero él era muy afortunado y empezó a comprar terrenos y casitas.

Cuando no tenía trabajo permanente, se dedicaba a vender casa por casa y vendía retazos, vendía telas, vendía muebles, vendía todo, todo lo que se encontraba en su camino se podía vender. Es que eran 15, eran 15 bocas, oye, y todos mis hermanos eran muy trabajadores.

Tu mamá, ¿a qué se dedicaba? 

Al hogar, pero era tremenda, con 1 kg de barbacoa 3 tomates, cebolla, chile, hacía que las cosas rindieran, le ponía papitas y entonces la barbacoa se hacía de pozo, pero cuando logramos comprar algo era de res. 

Mi mamá sabía como hacer que rindiera la comida al decir tengo tantos hijos y todos comen.

Salvador, tus estudios dónde los hiciste

De niño en el Colegio México, muy bien con los Salesianos te educaban muy bonito y con la varita o el metro, pero yo creo que fue lo que mejor que me ha pasado y después, ya en lo que ya es ahora, la Mariano Narváez, que antes era la Prepa popular y que algunos maestros daban clases gratis, pero eran catedráticos.

Ahí en esa Prepa Mariano Narváez, la que está en la alameda, dicen que hace mucho tiempo fue hospital o algo así. 

Sí, antes de eso era hospital, pero cuando estábamos nosotros había puros trabajadores, inclusive antes mucha gente que ya tenía una carrera comercial, contador, gerentes, pintores, artistas y todos tenían más de 20 años. 

¿Como era Salvador Alcázar de “chavo”?

Tremendo que sí, la verdad las peleas sí las llevaba hasta anotadas, era como: “¿cuántas llevo?” y nunca me tocó dar el segundo golpe, yo te puedo decir que desde los 6 años ya andaba en el Mercado Juárez. Y entonces andábamos con puro cargador, les ayudamos a limpiar el tomate, a limpiar la cebolla, a lavar la Papa a descargar los tráileres, ya le entrábamos porque sabes de qué era bonito ahí el mercado Juárez y era mucha camaradería y todos eran muy nobles, pero sí había roces muy tremendos y tenías que entrarle a defenderte, ahí no podías rajarte. Normalmente me tocaban con puros grandes porque yo estaba muy chaparrillo.

Salvador, ¿era enamorado?

Fíjate que no me dejaban, lo que pasa es que mi papá me castigó porque ya no quería estudiar y me mandó al rancho, era la Bellavista, ahí cerca de la sexta zona militar, me enseñé con el arado y con la yunta y me enseñé a sembrar, a desviar el agua, a echar a andar el motor de 7 caballos y medio con 2 bandas.

Salvador, ¿cómo conociste a tu esposa? 

En la escuela preparatoria nocturna ahí en la Narváez, yo le dije a mi hermana: “oye, presentamela” porque la vi de lejos, pero pues traía fleco y el cabello muy bonito. Y bien portada, pero trae unas teguas de piel. Me dice mi hermana: “¿Y se te hace interesante?” Y desde entonces tenemos 54 años de casados.

Salvador, ¿cuántos hijos? 

5, Abigail, Miriam Salvador, Verónica y Abraham. Son 5 ya todos profesionales o trabajadores. Gracias a Dios, arquitectos, ingenieros y todos son muy nobles, muy bien educados y a mí en lo personal me ayudan.

¿Cómo nació la intención del gimnasio y en qué dirección lo tenías?

Cerca de la alameda, donde antes era la tienda del ISSSTE, a un costado de la escuela normal superior en la calle Cuauhtémoc, mi hermano Guillermo fue el que empezó con las pesas, él le cambió a una persona de Monterrey, una guitarra muy buena por unas pesas, y con esas empezamos a entrenar ya después nos juntamos varios amigos y los primeros fueron botes de concretos con un fierro, las tinas teníamos del 14 del 20, del 10 del 12 las llenaron de arena. 

¿En qué año fue? 

Fue en 1965, como el 15 de septiembre, yo era corredor y nada más, y gané una carrera, una de 3000 Mts hasta el santuario, la carrera de antorchas que organizaba un policía de tránsito, era la primera y era en la categoría de novatos, jamás volví a ganar, imagínate.

Sabemos que existió un gimnasio que muchos conocimos, en la calle de Corona entre Acuña y Xicoténcatl. 

Ahí fue nuestra tercera casa, pero ya ahí nos quedamos porque compramos, teníamos que comprar porque siempre andábamos pagando renta y un gimnasio necesitaba un espacio grande, fue en Corona 548 poniente.

¿Cuánta gente no caminó por ahí? 

Llegué a tener hasta 600 personas, los atendíamos desde las 5:30 de la mañana hasta las 10:00 de la noche, a veces me preguntaban: “oye, ¿a qué horas abres?” –“a la hora que tú llegues, nomás tocas y yo abro.”

¿Tuviste gente de la política, empresarios, artistas? 

El hijo de Luis Horacio Salinas Aguilera estuvo, estuvieron muchos líderes estudiantiles y yo entrené a toda arquitectura, entre ellos, a los poncharelos, a los guardias de palacio, ahí entrenamos inclusive a los paracaidistas. 

Y entonces pues yo me iba a correr con ellos y a entrenar hasta el morillo y allá en el morillo teníamos una manera de entrenar por arriba, por abajo, con alambre de púas. Todo eso me tocó ser junto con sadaki, el primer entrenador de la Academia de Policía. 

Entonces 50 años en corona. ¿Y de ahí a para dónde? 

A Eulalio Gutiérrez, rumbo al Valle de las flores, 24 años igual formando jóvenes adultos, nosotros tenemos como unos 58 años desde 1965 que iniciamos. 

¿Qué mensaje le puedes dar a la gente que te ha seguido por muchos años, que ha estado en tu gimnasio? 

Mira, yo soy un hombre agradecido con Dios, con la naturaleza, tengo 76 años, y trato de ver las cosas de otra manera. Si son emociones, mi emoción siempre es buena, siempre es positiva la gente me quiere mucho, me estima mucho y me da mi lugar, Chema Frausto, Óscar Pimentel, Luis Horacio Salinas, Manolo Jiménez, el papá de Manolo. O sea, son gente que han estado en el gimnasio o que han visto el gimnasio en alguna ocasión. 

¿Qué mensaje le puedes dar a ella, tu esposa, que ahora sí, como tú dices que es la que más aguanta? 

Mi agradecimiento, nada más, porque no solamente me aguanta, es la servilleta, es el agua de limón, es todos los días un desayuno rico, variado, son muchas cosas y siempre le estaré bien agradecido por tanto amor. 

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